18 julio 2009

SUS CETRINOS PLACERES





Ella es tan umbría. Cuando la miro ir y venir por sus sitios con sus ojos tan cetrinos, me asusta. Si es que en la opacidad de las tardes se enhebra a mi alma y se entrega con sus abrazos lúgubres y frívolos.
Yo a veces me dejo, me abandono. Y ella, con su continuo fluir, me enseña que el apego y la posesión son falsas.
Durante tantas siestas intento inútilmente arrodillármele, disculparme, solicitarle misericordia ante mis descuidadas actitudes. Y sin saber por qué, una desazón pareciera embriagarme de inconmensurable desilusión… Sufro por ella… Transijo y callo.
Después despierto de sus alquimias y logro escapar rústicamente, mientras una tenue melodía me ubica en algún lugar.
En ocasiones, al pensarla se siente cierta transportación, la insignificancia del cuerpo, la vacuidad del ser. Se oye su silencio y se huele pesadumbre tras su andar.
Niños, madres y ancianos le huyen. Otros, en cambio, la llaman a cada instante y se atreven hasta a jugar con ella, sin ningún resguardo.
En las frías noches parece que sus manos me escriben caricias en el pelo y hasta su sombra imperceptible me juguetea desde el rincón de la cama.
Más tarde, liba los anocheceres de rocío y danza por los pasillos de los barrios más tenebrosos. Ella atrapa como una piedra preciosa y subyuga con su vil aroma a inciensos de popurrí y flores.
Muchas veces anda por las calles del invierno mirando a quién llamar…
¡Nunca sacia su apetito! Quiere ver a sus víctimas largo tiempo y si puede provocarles sufrimiento, muchísimo mejor…
Su crueldad es inmensa; sabe disfrazarse de las más pérfidas maneras. Entre la frialdad de su tenebrosa penumbra es, a veces, la peor de nuestras compañías.
Trepa por los autobuses, se instaura para los preparativos y parte rauda como un vendaval. Es gracias a su utópica existencia como evitamos dejar asuntos pendientes.
Pero también, cual una gran maestra, nos susurra al oído: «Carpe diem» y nos invita al convite de la vida en el aquí y ahora. Entonces, nos zambullimos en la promiscuidad de no dejar situaciones inconclusas, pues no sabemos qué llegará primero, si ella o el próximo día.
Tiene todo el tiempo y sabe de todas las cosas: todo el mundo le teme como si supiera con absoluta certeza que es el peor de los males cuando quizás sea la mayor bendición.








Copyright (C) Nora M. Peralta 2003-2009 Jazmín García by Norah Perlatt-Luis Guillón,Buenos Aires,Argentina.
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