26 mayo 2009

La despedida, moderno subgénero de la elegía


La despedida, desde la memoria y desde el presente textual

Todos los presupuestos antedichos pueden estar considerados desde la memoria del yo poético; en cuyo caso, el supuesto fatal instante en que se inicia la separación y el consiguiente acto de despedida pertenecen al pasado intratextual. El motivo central es, pues, la rememoración de dicho triste momento: las circunstancias en que se produjo, el aspecto físico, sentimientos y manifestaciones de dolor del yo y del tú poéticos y, sobre todo, el adiós —implícito o explícito— que en aquella ocasión supuestamente se dijo o se dijeron ambos protagonistas; a todo lo cual suele seguir la rememoración del feliz ayer, anterior a la separación, en contraste con la tristemente presente situación de ausencia.

La separación se contempla, pues, en su ya pasado inicio, en los momentos inmediatamente anteriores, cuando el yo poético preveía dicha separación, o en los posteriores a ella. En estos casos, predomina el planteamiento lírico-narrativo, pues, en general, el yo poético es la voz que, en flash-back o vuelta atrás, describe y narra lo sucedido, introduce pasajes dialógicos, haciendo oír las voces del yo y el tú protagonistas, de los testigos del feliz ayer y/o de la triste separación; e, incluso, personificándolos, también hablan objetos inanimados relacionados con los sucesos que se rememoran.

En las últimas épocas histórico-literarias, tras el auge romántico, la despedida se centra, progresivamente y casi con exclusividad, en el anuncio de la separación, intratextualmente inminente, y en la enunciación explícita del adiós; ceden los planteamientos narrativos y se adelgaza la glosa de las circunstancias de partida o ruptura; se amplifica, en cambio, la magnificación del llanto por la separación del ser querido, al que se le hacen y del que se requieren promesas de amor y de amistad y al que se le encarece el recuerdo. El poema deriva, pues, hacia el lamento por lo perdido o lo que se está en trance de perder, por la prevista situación de ausencia y la incertidumbre del futuro y, sobre todo, por el desamparo y soledad del yo en el mundo.

En conclusión, con uno u otro enfoque, el carácter definitorio de la despedida, en cuanto que poema elegíaco, es que tematiza la instantaneidad misma de la separación como presupuesto de la expresión literaturizada y líricamente poetizada del adiós; y no, como en la elegía sensu stricto, el hecho luctuoso ya sucedido o, como en las ausencias, sólo lo ya perdido. Por tanto, la despedida no sólo es el más moderno de los subgéneros elegíacos por su génesis cronológica, sino también porque es el discurso poético de la instantaneidad, pues contempla la separación en su arranque, tratando de expresar el dolor existencial de la pérdida en el instante mismo en que se produce. Así, pues, el adiós que en el poema se enuncia es la fórmula que confirma y ritualiza la vivencia de la separación y la distancia espacial, [151] sentimental, ideológica, temporal o absoluta -la muerte- entre el yo poético y el tú del que se despide; o sea, el desgarro existencial que es el vivir.


(C) Copyright. Paz Díez-Taboada

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